Dron vs Satélite / Miguel Lanau

oye-closed - 13 Sep, 2018

Miguel Lanau Martínez
Protección Técnica Natura S L
lanau.miguel@gmail.com

Hoy en día disponemos de avanzadas tecnologías en materia de visualización y control de cultivos, me refiero a los aparatos aéreos teledirigidos más conocidos como drones y las imágenes de satélite.

Comenzando con el dron, cabe decir que tras varias mejoras sustanciales llevadas a cabo conforme se perfeccionaba dicha tecnología, en aspectos clave como son la resolución de las cámaras, autonomía de vuelo, maniobrabilidad y respuesta del dron etc tenemos ante nosotros una herramienta muy potente que sin embargo ha encontrado una claro competidor el cual es la imagen de satélite.

El uso del drón debe contemplarse como una herramienta más a disposición del técnico oportuno o agricultor para realizar diversos check points a lo largo del cultivo, y nunca como herramienta definitoria como para la toma de decisiones que implique efectos a medio o largo plazo sobre el cultivo. Las imágenes que te provee el dron en su vuelo no son sino una foto estática del cultivo, hecha en un día y hora determinado, lo cual es muy interesante desde el punto de vista de localizar problemas puntuales por ejemplo con el riego, problemas edáficos, comienzo de síntomas asociados a plagas o enfermedades.. que de otro modo serían muy difíciles de detectar a su tiempo debido o bien al tamaño de parcela o al tamaño del cultivo ( maíz, sorgo, arbolado). Aparte de que no es viable ni en tiempo ni en forma realizar diariamente un vuelo completo sobre las parcelas objeto de control. Con el dron, lo que se consigue es una rapidez mucho mayor que si tuviéramos que recorrer la parcela a pie. Por supuesto que hay diversos síntomas de problemas fitopatológicos que no son apreciables desde la imagen de un dron, y requieren la inspección visual in situ del técnico correspondiente y su desplazamiento hasta la zona afectada.

Por otra parte, la utilización de este tipo de aparatos voladores requieren de cierta inversión inicial en la adquisición del mismo y un curso de piloto, además de ciertas restricciones de su uso reguladas en normativa, lo que podría provocar cierto rechazo inicial a la hora de implementar la tecnología en la explotación.

Volviendo al satélite, el control de los cultivos es casi permanente, y digo casi porque ya existen plataformas de pago que son capaces de proveer imágenes con resoluciones muy aceptables cada 2-3 días y eso durante todo el año. El único “enemigo” del satélite son los días con nubosidad, que lógicamente anula la capacidad del mismo.

La base de la imagen de satélite son los índices vegetativos y RGB que te permiten localizar y detectar cualquier tipo de problema, en principio no determinado hasta su posterior inspección in situ de la zona afectada, lo que provocará que el índice vegetativo disminuya y de una señal de que algo está pasando (plaga, enfermedad, riego, nutrición..).

Además, con dicha tecnología, puedes adquirir y tratar datos para su posterior uso en programas de riego o fertilización variable. Es decir, existen relaciones matemáticas entre índices vegetativos y necesidades nutricionales y de riego en cultivos.

Con la imagen de satélite, la ventaja frente al dron reside en que desde una pantalla de ordenador o tablet conectada a la red, te permite visualizar una concatenación de imágenes sucesivas a lo largo de un periodo de tiempo el cual lo determinas a voluntad, digamos que es una imagen dinámica, un video de la evolución del cultivo desde la siembra o rebrote hasta su recolección o madurez. Por ello, la visión global del ciclo biológico del cultivo es mucho más amplia, con más perspectiva.

Finalizando, no estoy diciendo que la tecnología del dron se haya quedado fuera de la carrera en la nueva agricultura del futuro, sino que hay que valorar bien, con sus pros y contras, la mejor opción para la implementación de una tecnología u otra en la explotación, y saber de antemano sus condicionantes para su posterior uso, decantándose por una o por otra en función de la versatilidad y polivalencia.

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