Concluye un año en el que los linces ibéricos decidieron “hacer el amor” en La Mancha de forma salvaje: 49 nuevos cachorros, registros inimaginables hace una década. Cuando eres una especie en peligro de extinción debe ser especialmente intenso que te susurren al oído “házmelo como si fuera la última vez”. National Geographic le hubiese faltado tiempo para realizar un especial monográfico si este hito se hubiera producido en la exótica Isla de Samoa. Pero no, ha tenido lugar en el Campo de Calatrava. Es como si el espectáculo fuera inverosímil en un monte bajo de Ciudad Real. Aún así, me gusta pensar que el mundo entero quiso brindar por ello y por eso se alcanzaron cifras récord de exportación de vino manchego: 11 millones de hectólitros durante la última campaña.

Los últimos doce meses también nos demostraron que el mejor escudo de una ”guerrera” es un patito, que se puede hacer historia con coleta y medidas altas y que para ser el mejor equipo de balonmano femenino de Castilla La Mancha “sólo” se necesita una cantera como la del Retamar. Que esperamos demasiado para homenajear a la buena gente, que Gregorio Delgado ya será, como mínimo, Vicepresidente del Atlético San Pedro y que, puestos a sentirnos especiales, cada uno declararía la república independiente de su casa.

Yo me quedo con mi pequeña gran revolución. Con esa vocecita, tierna y esponjosa, que por primera vez dijo “papá”. Con su mirada, cuando abre tanto los ojos que la realidad se le queda pequeña para llenarlos. Con mi nueva versión 4.0, que actualiza el significado de las palabras ternura, lucidez y generosidad. Con los momentos que saben a “Miguelitos” de la Roda.

Mis mejores deseos para el nuevo año.

Un abrazo.